La Casa Museo de Cervantes de Esquivias cumple 50 años
La Casa Museo de Cervantes de Esquivias cumple 50 años, por lo que la emblemática mansión de la localidad está de aniversario.
El pasado 1 de abril se cumplieron 50 años de la declaración como Monumento Histórico-Artístico.
Dicha declaración propició que posteriormente, en 1990, la Fundación Ramón Areces concediera al Ayuntamiento de Esquivias el importe económico necesario para la adquisición del inmueble, con el plácet de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, hasta entonces de propiedad particular.
En 1991 comienzan las obras de restauración y finalmente la Casa Museo de Cervantes fue inaugurada el 12 de Diciembre de 1994, coincidiendo con la celebración del aniversario del matrimonio entre Catalina de Palacios y Miguel de Cervantes.
Desde el Ayuntamiento de Esquivias quieren agradecer a Emiliano García Page, Presidente de Castilla La Mancha, el mensaje que ha enviado a todos los esquivianos y esquivianas para conmemorar este día. Además, le dan las gracias por haber aceptado la invitación de la alcaldesa, Almudena González Pascual, para iniciar la Lectura Universal del Quijote 2021, que este año se realizará de manera virtual.
La compañía teatral Ron Lalá por su parte, también se sumará al aniversario de la Casa Museo Cervantes.
Edificio histórico
Esquivias ha conservado a lo largo del tiempo esta ilustre mansión en la que se mantienen intactas todas las características de las casonas de labradores acomodados del siglo XVI.
La casa perteneció al hidalgo Don Alonso Quijada de Salazar, miembro de la famlia de los Quijada, ricos terratenientes esquivianos.
Gran número de biógrafos cervantinos, como Rodríguez Marín y Astrana Marín, consideran que este hidalgo fue en quien se inspiró Cervantes para la creación del famoso personaje «Don Quijote de la Mancha». Don Alonso Quijada era pariente de Catalina de Palacios, mujer de Cervantes, y cedió parte de esta casa para que viviera el matrimonio.
Todos los rincones de la Casa Museo de Cervantes de Esquivias nos provocan imaginar cómo era el tipo de vida de las gentes del siglo XVI, las cocinas, las alacenas, los patios empedrados, el cuarto de costura, la cuadra, el lagar, los pozos, las paredes de tapial y la bodega, donde las enormes tinajas conservaban el buen vino que se hacía en Esquivias: vinos serios, tristes, alevosos, que enajenan los cerebros, o dulzarrones y embocados, que hacen arder los estómagos, el vino del hidalgo imaginativo y el del místico que piensa ascender al cielo, desvariando entre flatos y pirosis, con el estómago llameante y el hígado acorchado.