30 octubre 2024
Actualidad

Karen Coronel Alcañiz, gana el concurso nacional de relatos «Cuéntanos cómo ves internet».

Cuentan las leyendas que en un lugar lejano había una joven que dormía y lo más importante, soñaba. Su vida pasaba, pero esa vida no era suficiente para ella, entonces cada noche soñaba, soñaba maravillas y magia y así es como nació su propio mundo. Lleno de luz y color. Pero con el tiempo, sucedió lo impensable… dejó de soñar. Así comienza el relato que proclamaba a Karen Coronel Alcañiz, alumna del CEIP Juan Carlos I de Seseña, como ganadora del concurso nacional de relatos «Cuéntanos cómo ves internet».

La joven Karen Coronel Alcañiz acudía ayer al Senado, donde tenía lugar el acto de la entrega de premios. Enhorabuena por tu premio, Karen!

A continuación tenemos el relato completo.

LA DESAPARICIÓN DE LOS SUEÑOS

Cuentan las leyendas que en un lugar lejano había una joven que dormía y lo más importante, soñaba.

Su vida pasaba, pero esa vida no era suficiente para ella, entonces cada noche soñaba, soñaba maravillas y magia y así es como nació su propio mundo. Lleno de luz y color.

Pero con el tiempo, sucedió lo impensable… dejó de soñar.

El día del cumpleaños de la joven, sus padres y sus hermanos le regalaron un teléfono. Desde ese momento todo cambió.

Su mundo estaba desapareciendo, ya no era tan sociable con la gente que tenía a su alrededor. Cada noche se acostaba pensando en una sola cosa “el móvil”. Había cambiado todo, incluso su forma de soñar.

Cada día se levantaba mirando la pantalla del móvil. Sus padres, que habían estado atentos al comportamiento de la joven, se preocuparon por ella, nadie sabía qué hacer.

Todas las noches, cuando dormía, su mundo se volvía cada vez más gris y negro. A su mundo le estaba sucediendo algo, pero ella no se daba cuenta.

Un buen día, en su colegio, los profesores organizaron una charla sobre el uso responsable de las tecnologías. Durante la charla, la joven se sintió identificada, se dio cuenta de que desde que tenía el nuevo móvil algo le sucedió a su mundo, había dejado de ser la niña sociable que era y lo más sorprendente… había dejado de soñar. Aprendió que un buen uso del móvil le permitía seguir soñando y creando su propio mundo, y nunca más abusó de él.

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