14 marzo 2025
Actualidad

El origen del Bullying: padres

Este curso académico está siendo muy revuelto. Las urgencias pedagógicas, esas que no se aprecian cómo podría ser cualquier dolor, pero existen, están siendo una constante en los centros educativos. Desde mi intervención y colaboración con los mismos me estoy dando cuenta que hay muchos temas que tratar y dónde intervenir, pero me llama especialmente la atención que el tema del bullying siga cobrando especial relevancia y continúe sacudiendo cada vez más. Sin embargo, aunque el ambiente escolar es uno de los espacios propicios para su surgimiento, no es el único. Esto muestra que la causa del bullying no está relacionada con las instituciones educativas en sí mismas, sino con las personas, con el ambiente familiar de donde provienen los acosadores y acosados. Mediante este artículo quiero poner especialmente la atención en las familias.

Al menos 3 de cada 5 padres son conscientes del bullying, según el V Estudio sobre la percepción del acoso en España, elaborado por Totto y Educar es Todo, en el contexto del Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar. Los casos de acoso entre niños de 5 a 18 años han aumentado, con un 24,7% diciendo que han sufrido acoso, en comparación con el 23,2% en 2023 y el 21,8% en 2022. Esto significa que casi 1 de cada 4 menores ha sido víctima. El 30% de los padres también indican que sus hijos han sufrido bullying. Se destaca que los estilos educativos pueden influir en la violencia y que la erradicación del acoso escolar es una responsabilidad de cada familia y docente.

Después de mucha investigación, aún hay preguntas sobre el tema del bullying. Sin embargo, se han llegado a algunas conclusiones. Una de las causas se encuentra en la crianza. El maltrato infantil parece fomentar conductas de acoso escolar. Los padres que maltratan podrían ser responsables de que su hijo se convierta en un ‘matón’ escolar.

Un estudio en la revista Child Abuse and Neglect indica que el comportamiento negativo de los padres aumenta el riesgo de que sus hijos se conviertan en acosadores o víctimas. Los autores de varios estudios hallaron que muchos intimidadores habían sufrido una crianza negligente y abusiva.

Cuando en casa hay una relación cálida, buena comunicación y protección, se disminuye la probabilidad de que ocurra bullying. Los niños imitan lo que ven y oyen de los adultos, por lo que es importante cuidar nuestro comportamiento. Si ridiculizamos a los hijos cuando se equivocan, es probable que ellos actúen igual con sus amigos. Además, si sufren abuso en casa, pueden pensar que es normal tratar a los demás de la misma manera, lo que traerá problemas en sus relaciones.

Es difícil luchar contra el bullying en una sociedad donde se promueven valores dañinos desde pequeños que van incrementándose pasiblemente con el tiempo. Estos valores a menudo justifican a quienes acosan. Al observar algunos comportamientos que se dan en deportes, espectáculos, videojuegos, redes sociales o programas televisivos, se puede ver por qué el problema persiste. Todo reflejo de actitudes en las cuales el acosador se justifica por características que se relacionan con el éxito y el carisma, mientras que la víctima es estigmatizada y apartada por ser diferente o actuar como chivo expiatorio. Las personas que

observan no intervienen en el conflicto porque creen que no les beneficia, ya que la sociedad les enseña que involucrarse es poco útil o contraproducente.
Para detectar y tratar el bullying, debemos ir más allá de ser meros espectadores o solo recibir denuncias. El acoso incluye más que solo golpes o burlas, ya que a menudo el acosador refleja lo que se fomenta en la sociedad, como el rechazo a la excelencia y la diversidad. Se elige a un objetivo vulnerable y esto es resultado de una falla colectiva en reconocerlo a tiempo.

El bullying, que ha sido un tema tabú, ha evolucionado por la influencia de la competitividad extrema en la psicología y pedagogía actuales. Se ignoran los problemas molestos y se mercantilizan los recursos en las escuelas, mientras que se culpa a los niños que no se adaptan. Tenemos que ser capaces de detectar qué puntos en común aparece en el bullying pero como se pueden camuflar entre nuevas conductas, lo que incluye a padres, profesores y alumnado.

Hoy en día, la familia y la escuela a menudo no trabajan juntas, lo que complica las situaciones en las que se presentan problemas sociales y familiares dentro de la escuela. El bullying ha aumentado en violencia, y no se limita a bromas, sino que causa un sufrimiento real.

Los padres quieren que sus hijos participen en actividades fuera de casa, pero a la vez buscan tener control total sobre los profesionales que trabajan con ellos. Esto es parte de una confusión en los roles de los padres. Además, la transición a modelos educativos más cooperativos no ha sido adecuada, lo que hace más difícil para los docentes y psicólogos denunciar situaciones de abuso cuando sus competencias son cuestionadas.

En definitiva, se ha creado un ambiente en el cuál se palpa una desnaturalización del desarrollo escolar en muchos niños hoy en día, lo que dificulta detectar casos de bullying. Las actividades en el colegio, como celebraciones y cumpleaños, deberían ser celebraciones para todos, pero algunos niños son excluidos por decisión de los padres de otros alumnos.

Las rencillas entre adultos afectan el ambiente escolar. Algunos padres observan sin intervenir, y los maestros carecen de ayuda y datos confiables para mejorar la situación. Esto refuerza conductas de exclusión entre los niños. A menudo, los propios padres muestran preferencias por ciertos grupos de niños, haciendo <<vacíos>> a otros sin razón clara. Algunas veces, los padres han protestado porque no quieren que sus hijos estén en la misma clase que un niño en particular.

Es importante analizar cómo actúa un menor, enfocándose en el comportamiento del adulto, según Alfred Adler. Muchas veces, los insultos provienen del hogar, con frases como << ¿ese niño es tonto? >>, <<No te juntes con X>>, siendo comunes. Los padres deben considerar qué tipo de entrenador quieren ser. El estilo autoritario suele llevar a niños con malas decisiones, mientras que el estilo democrático es más efectivo, ya que enseña valores como respeto, responsabilidad, coherencia y empatía, al mismo tiempo que establece límites.

Muchos adultos actúan como niños, cuestionan a los profesores y no reconocen los errores de sus hijos. Además, estigmatizan a otros niños y amplifican conflictos en lugar de fomentar el diálogo, lo que constituye un tipo de bullying silencioso del que nadie habla en las diversas charlas y actividades que suelen desarrollar en los centros educativos para concienciar sobre el
bullyng o ciberbullyng dejando así, a unos actores primordiales como son los padres en otra dimensión, sin ser conscientes que la mayoría de la problemática nace de ellos.

Es por todo ello, que considero necesario hacer hincapié en el contexto familiar al estudiar los factores de riesgo del bullying. Al fin y al cabo, los niños reflejan lo que reciben de los adultos que los rodean. Las características de las familias se relacionan con comportamientos de victimización y agresión en las escuelas. Es fundamental hacer cambios en los aspectos funcionales de las familias, ya que son más fáciles y rápidos de modificar, y pueden ayudar a reducir los efectos negativos de factores estructurales como el bajo nivel socioeconómico y educativo de los padres.

Las familias pueden participar en la prevención del bullying de varias maneras, apoyando el desarrollo de habilidades de sus hijos y respaldando las iniciativas escolares para mejorar el ambiente de aprendizaje y las políticas antibullying. Por lo tanto, se puede concluir que la familia es parte tanto del origen como de la solución al bullying. Es importante fortalecer las competencias de los padres para que participen activamente en la crianza y en las acciones que promuevan un mejor ambiente en las escuelas. Se debe reflexionar sobre cómo la política educativa y las escuelas pueden fomentar la participación de los padres en los programas de convivencia escolar.

Es importante señala que el bullying no solo causa daño físico, sino que también tiene un fuerte impacto emocional. Las personas afectadas pueden sentirse muy tristes, desvalorizadas y sin esperanza debido al acoso constante. Además, el miedo se convierte en una emoción común, ya que temen sufrir ataques más graves.
La vergüenza también es frecuente; las víctimas pueden creer que son culpables de lo que les sucede, lo que afecta su autoestima y confianza. La ansiedad y la depresión son otros efectos, ya que se sienten indefensas y sin control sobre su vida. Cada persona reacciona de manera diferente, y mientras algunos logran superar la experiencia, otros pueden tener dificultades para sanar emocionalmente.

Aunque existen buenas normas para prevenir y sancionar el bullying, su aplicación es difícil y lenta. Hay muchas leyes, pero falta compromiso y conocimiento para cumplirlas.
Es necesaria tanto más capacitación para los docentes como crear más recursos humanos en las escuelas. Los docentes se sienten desbordados, ya que además de lo pedagógico, deben abordar temas sociales, familiares y psicológicos.

En resumen, en muchas ocasiones, el origen del bullying no está en los niños que acosan. En la mayoría de los casos, por mucho que nos sorprenda, el origen del bullying nace en los padres

Artículo escrito por: Eva Sonseca
Lic. Psicopedagogía
Psicóloga Infanto-juvenil
Directora del Gabinete Psicopedagógico Talento – Toledo

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