19 marzo 2024
Actualidad

María y Jaime, un viaje para ayudar a refugiados ucranianos

María y Jaime son vecinos de Pantoja. Su solidaridad y empatía es conocida por todo el pueblo, por lo que a nadie le extrañó que, cuando se declaró la Guerra de Ucrania, cogieron a “La Mancheguita”, su autocaravana compañera de viajes, el traductor de ucraniano de Google y se pusieran rumbo a la frontera de Polonia con Ucrania a ayudar a aquellos que se han visto involucrados en esta injusta guerra.

La cercanía del conflicto les hizo pensar que, con la posibilidad física de ir con su vehículo, podían echar una mano, y dicho y hecho. Ahora nos cuentan de primera mano su experiencia, en una entrevista muy personal.

Ya lo teníais decidido, os ibais a Ucrania, pero ¿cómo se articuló el viaje?
Jaime, con la autocaravana, se mueve mucho en grupos, y en uno de ellos dijo que íbamos a viajar a Polonia, a la frontera con Ucrania a llevar ayuda humanitaria con la idea de ir por nuestra cuenta, y a traernos a alguien.

Desde el grupo alguien nos pasó una publicación de Facebook en la que hacían un llamamiento a autocaravanistas españoles. Estaban haciendo un convoy de caravanas para ir a Polonia, y ya estaban bastante organizados, contaban con traductor en Varsovia, un contacto en la frontera, Susana, que es quien más nos ha ayudado…, y nos pusimos en contacto con ellos y les dijimos que nos uníamos.

Esto fue un jueves, y el martes siguiente el convoy salía de Barcelona rumbo a Ucrania.

En tan sólo 4 días, organizaron todo para poder marcharse…
Jaime, que trabaja para Mapfre, llamó a la compañía diciendo que se iba, y que estaría fuera 9 o 10 días sin trabajar, a lo cual no le pusieron ningún problema.
María, peluquera y autónoma en Pantoja, recolocó a sus clientes de la peluquería, que lo entendieron sin problema, y echó el cierre temporal por una buena causa.

Habrá mucha gente que como nosotros quiera ayudar, pero no pueda por sus circunstancias, familia, trabajos… Nosotros pudimos

Y de pronto, en el pueblo se enteran de que se van a Ucrania, y la gente empieza a colaborar…
Efectivamente, la gente del pueblo, especialmente Julián, el alcalde, empezaron a mover el viaje, y entre todos nos llenaron la caravana de productos sanitarios y mantas, que es lo que más falta hacía. Otra gente ayudó económicamente, hasta el punto de que sufragamos el viaje, e incluso pudimos hacerle un bizum a la familia ucraniana que nos trajimos, de casi 300 euros para que pudieran empezar aquí.

Lo hubiéramos hecho igualmente sin la su ayuda, pero fue una sorpresa como todo el mundo se volcó. No pensábamos que la gente del pueblo iba a colaborar como lo hizo.

La verdad es que nos vino muy bien, porque el viaje, con la subida de la gasolina, salió por el doble de lo que habíamos planeado inicialmente. Además, dijeron que los convoyes humanitarios no tendrían que pagar los peajes, pero no fue así. Nos gastamos entorno a 2.800 euros en total, cuando habíamos previsto más o menos la mitad.

Maria y Jaime en Ucrania

¿Cuánto tiempo duró el viaje?
El lunes fuimos hasta Barcelona, donde nos unimos al convoy y de ahí tardamos 3 días hasta la frontera. A la vuelta llevamos a los refugiados hasta Valencia, donde les esperaba un familiar. Fueron 8 días de viaje.

¿Qué sentisteis al llegar allí?
Se nos cayó el alma a los pies. Si lo has visto en la tele, multiplícalo por 3. Verlo en persona impresiona mucho, se ponían los pelos de punta.

Cada 10 minutos, durante las 24 horas, llegaban autobuses que recogían refugiados para llevar a Przemysl, que es donde los inscribían.

Lo más emotivo fue ver a la familia que nos traíamos. Desde el día anterior no teníamos noticias suyas. La sobrina no les localizaba y no sabíamos que había pasado con ellos, lo que nos tenía con el alma en vilo. Los habíamos visto, habíamos visto su documentación, habíamos visto sus caritas… y nos daba miedo que no llegaran porque hubieran muerto.

Nosotros habíamos preparado el viaje, les habíamos comprado ropita… al final son gente que deja todo atrás y se ven obligados a meter toda su vida en una mochila, meterse en una furgoneta e irse a 3.500kms de su hogar.

Por fin llegaron, y pudimos respirar. Según llegamos, el material humanitario que llevábamos fue directamente a Ucrania, y eso nos dio tranquilidad.

Al final son gente que deja todo atrás y se ven obligados a meter toda su vida en una mochila

¿Volverías a ir?
Si pudiéramos, hubiéramos vuelto ya. No tenemos niños, ni cargas, pero no somos millonarios y tenemos que trabajar. Los dos somos autónomos y este mes llega el trimestre. Pero nuestro sentimiento sería de estar allí y ayudando.

¿Personalmente, que os ha aportado esta experiencia?
Ambos nos dicen que es una experiencia que les ha enriquecido como persona, empezando a dar importancia a las cosas que la tienen y quitándosela a las que no la tienen. Les ha hecho ver la vida de otra manera. Vivimos en una vorágine en la que todo vale, el más fuerte sobrevive y al más débil se le comen, pero al volver de allí te das cuenta de que hay gente “mucho más jodida que tu”- nos decía Jaime – con problemas realmente serios, no como los que podemos tener nosotros.

¿Qué diríais a quienes quieren ayudar?
“Si pueden permitírselo, que vayan y vivan la experiencia”. Jaime nos cuenta que allí no hay sensación de peligro, pero Maria reconoce que si sintió miedo la noche que durmieron en la frontera.

Si no, para ayudar, que lo hagan con las iniciativas locales. Allí no vieron grandes asociaciones como Médicos sin fronteras u otras muchas que piden dinero, sino pequeñas asociaciones y personas individuales ayudando desde sus posibilidades.

Es duro para los refugiados no saber cómo están sus familias, sus casas, … A Oana y los niños que nos trajimos, les prometimos que, si en verano pueden volver a su país, iremos con ellos y pasaremos allí nuestras vacaciones.

Al volver a casa tuvimos una gran sensación agridulce. Cuando llegamos nos trataban como héroes, pero cuando ves la realidad de allí, sientes que no has hecho nada. Aunque es verdad que muchos poquitos hacen mucho… pusimos nuestro granito de arena…